La permanencia de la imagen
Notas acerca de la creación de fototecas
 
Por: José Luis Pariente
 
        Revista FOTO FORUM, No. 35, pags. 28-31
       México, D.F., agosto/septiembre de 1994

El interés general por la fotografía como documento histórico o artístico, aunado a la rapidez con la que se deterioran estos frágiles artefactos, ha incrementado en forma notable la necesidad de contar con instalaciones que provean el espacio y los requerimientos administrativos, técnicos y ambientales más adecuados para su conservación. A pesar de que los primeros materiales en color se empezaron a comercializar poco después de la segunda guerra mundial, no fue hasta 1979 que abrió sus puertas al público, en Boston, Mass., la Biblioteca Kennnedy, la primera institución en el mundo provista de bóvedas diseñadas especialmente para la conservación de fotografías en color, con humedades relativas del 30% y temperaturas entre 0°F (-18°C) - 55°F (12.8°).

Los peores enemigos de las fotografías, aparte del propio fotógrafo, son la luz y las condiciones ambientales. En el caso particular de la luz, no deja de ser una paradoja que la misma energía que crea la imagen también la destruya, por lo que uno de los primeros cuidados que debemos tener si queremos preservar las imágenes fotográficas, es mantenerlas en ambientes y condiciones de iluminación, temperatura y humedad relativa, que preserven su delicada huella de plata para su exhibicón, consulta o resguardo en bien de las futuras generaciones.

No hay que olvidar que una fotografía es, desde el punto de vista de la conservación, un artefacto en extremo delicado. Está formado por una serie de capas de materiales con diferentes características y propiedades, tanto químicas como físicas, que reaccionan entre sí, aún con independencia de las condiciones ambientales, lo que provoca que las medidas adecuadas para preservarlas en buen estado sean en extremo precisas. De ahí que la creación de fototecas en las instituciones culturales en general y educativas en particular, sea una urgente necesidad en nuestro país, en donde, por desgracia, brillan por su ausencia, a excepción de la Fototeca del INAH o las creadas en un par de museos o instituciones culturales, como el reciente caso del Centro de la Imagen, en la Ciudad de México.

La Fototeca del INAH, que existe en México desde hace poco más de diez años, está instalada en el ex-convento de San Francisco, en Pachuca, Hidalgo, y cuenta, entre sus instalaciones, con un área de conservación equipada para propiciar las condiciones adecuadas de temperatura y humedad relativa necesarias en estos casos.

No obstante el precario panorama actual en nuestro país, en especial fuera del Distrito Federal, existen, a lo largo y ancho de nuestro territorio, personas preocupadas por rescatar y conservar nuestro riquísimo patrimonio documental para las que trataremos, en este y en sucesivos artículos, de proporcionar algunas sugerencias que contribuyan a su preservación en las condiciones más adecuadas posibles.

Quizás uno de los primeros cuestionamientos que deben hacerse los interesados en formar una fototeca tenga que ver con las políticas generales que van a regir la colección o colecciones que vayan a estar en ella. Hay que decidir con qué tipo de fotos se va a tratar, ya que no es lo mismo manejar impresiones actuales en papel RC que daguerrotipos o emulsiones al colodión del siglo pasado. Otra cuestión igualmente importante, sobre todo si se van a adquirir fotografías, es la tasación o valuación de estos materiales, ya que estos aspectos económicos condicionan en gran medida toda labor de conservación.

Los criterios para la evaluación de los materiales fotográficos, tanto desde su punto de vista económico, como de su importancia documental o artística, descansan en una sólida formación de las personas responsables de estas decisiones. El encargado de estos procesos debe conocer la relevancia de los personajes o situaciones involucradas en la fotografía, así como tener la capación técnica necesaria para diferenciar los procesos fotográficos y los períodos de tiempo en los que éstos se desarrollaron. Debe poseer también los conocimientos y las habilidades mínimas requeridas para utilizar las tecnicas modernas de copiado y rescate de fotografías dañadas o con deterioro, y estar al tanto de las normas que rigen estas actividades y las de clasificación y archivo para los materiales fotográficos.

Algunos factores que deben tomarse en cuenta en estos primeros pasos de selección de las fotos son los relacionados con su valor en los aspectos documentales, de investigación o estéticos, así como su edad, tamaño, tipo, autor, referencia cruzada con otros documentos y valor intrínseco de los artefactos.

Una vez determinadas estas políticas generales de adquisición o integración de la colección, surge la siguiente cuestión que tiene que ver con las instalaciones físicas necesarias para mantenerla en condiciones adecuadas. Hay que recordar que los costos necesarios para estos menesteres son, por lo general, elevados. Tanto los negativos como las impresiones fotográficas o las diapositivas, deben depositarse, de manera individual, en sobres o envoltorios libres de ácido, debidamente clasificados y catalogados. A su vez, el espacio físico en donde vayan a estar custodiados debe reunir requisitos específicos de temperatura y humeda relativa que sólo pueden lograrse por medios artificiales que requieren un acondicionamento especial y que, como es obvio, implican un alto costo. Todo lo anterior, complementado con las instalaciones y medidas de seguridad y de servicio a los usuarios que requieren los espacios museográficos y de archivo.

El uso que vaya a hacerse de las fotografías es otro factor de importancia que debe tomarse en cuenta para el diseño de la fototeca. Si las fotografías van a ser consultadas por expertos o por el público en general, si van a estar disponibles o no para la investigación, si van a ser exhibidas, etcétera, son decisiones que van a afectar, tanto el diseño de las instalaciones físicas, como el proceso general de funcionamiento y administración de la fototeca.

Una vez determinadas estas políticas generales de la colección se estará en posibilidades de entrar en los aspectos técnicos para los que, desafortunadamente, no existe mucha información al respecto, por lo menos en nuestro país. Si bien la preocupación por la conservación fotográfica ha ido en ascenso en Europa, Estados Unidos y Canadá, en México es muy poca la información que puede conseguirse en nuestro idioma, por lo que hay que recurrir a las referencias bibliográficas en idiomas extranjeros.

Uno de los mejores libros que podemos recomendar para iniciarse en estas labores es el titulado "The Life of a Photograph" (La vida de una fotografía), de Keefe e Inch., en el que se describen, paso a paso y de prolija manera, tanto la estructura de los materiales fotográficos, como las medidas necesarias para su conservación, archivo y exhibición, o los ya clásicos de Siegfried Rempel: "The Care of Protographs" (El cuidado de las fotografías) y de George Eaton: "Conservation of Photographs" (Conservación de fotografías).

En el caso particular de la identificación de procesos fotográficos antiguos no podemos dejar de recomendar una verdadera joya bibliográfica, como es "The Keepers of Light" (Los guardianes de la luz), de William Crawford.

Existen también, por fortuna, instituciones de excelencia en estos campos, que brindan información y asesoría específica, por lo que nos extenderemos en su enumeración, para que el lector interesado pueda acudir a ellas en busca de información especializada.

Sin duda, una de las de mayor prestigio es el Instituto Americano para la Conservación de Obras Históricas y Artísticas (American Institute for Conservation of Historic and Artistic Works), mejor conocido por sus siglas AIC, con sede en Washington, D.C. El instituto tiene un comité dedicado a la fotografía y edita periódicamente boletines, revistas y reportes especializados. Recientemente promovió entre sus afiliados el libro de Henry Wilhelm titulado "The Permanence and Care of Color Photographs", (La permanencia y cuidado de las fotografías en color), que es, sin lugar a dudas, uno de los más actualizados y completos trabajos dedicados a la preservación de este tipo de materiales.

La Sociedad de Archivistas Americanos (Society of American Archivists) es otra valiosa institución relacionada con el medio fotográfico, que también edita textos especializados, como el de Rizenthaler, Munoff y Long: "Administration of Photographic Collections" (Administración de las colecciones fotográficas).

Canadá es uno de los paises que va a la cabeza en estos menesteres. Su oficina de los Archivos Nacionales (National Archives of Canada), recientemente (1991), publicó, bajo la dirección de Klaus B. Hendriks, los "Fundamentals of Photograph Conservation" (Fundamentos de Conservación en Fotografía), una guía de estudio que resume experimentos de laboratorio, así como su fundamentación teórica, que pueden ser de inestimable ayuda para los trabajos prácticos en el campo de la conservación fotográfica.

Existen, además, empresas comerciales dedicadas a este campo de actividad que, aparte de ofrecer los materiales y equipos necesarios para estos menesteres, ofrecen también en sus catálogos textos especializados de distintas editoriales. Dos de las más serias y profesionales en este ramo son Light Impressions y University Products, ambas en Estados Unidos, a las que se les puede solicitar los respectivos catálogos especializados.

Y por último, si de normas técnicas se trata, hay que mencionar obligadamente al Instituto para los Estándares Nacionales Americanos (American National Standars Institute), mejor conocido por sus siglas ANSI, que regula las actividades de la industria fotográfica en los Estados Unidos. El ANSI publica periódicamente sus normas y resultados de investigaciones en el campo fotográfico, mismas que pueden solicitarse directamente a la institución.