Un visitante distinguido.
Botis Tonín Nikish

Por: Arq. José Luis Pariente

 

El pasado miércoles 29 de Junio, el Teatro Amalia G. de Castillo Ledón se vistió de gala. El motivo: la presentación del Ballet Sab de Roma. Su calidad artística impresionó al auditorio que, emocionado, tributó al elenco uno de los más prolongados y cálidos aplausos que yo haya escuchado en las instalaciones del Centro Cultural Tamaulipas. Sin restar méritos a ninguno de sus excelentes integrantes, es obligado destacar la presencia de su director artístico y coreógrafo, Boris Tonin Nikisch.

Hablar de los Nikisch es un serio compromiso. Tuve el placer y el honor de conversar largo rato con Boris y escucharle valiosos comentarios sobre su colaboración profesional con el que, hoy por hoy, sigue siendo el director de orquesta más famoso del mundo: Herbert von Karajan.

Bisnieto de uno de los primeros y más distinguidos directores de la Orquesta Filarmónica de Berlín, Arthur Nikisch, Boris Tonin destila sensibilidad artística por todos sus poros. De nacionalidad yugoslava, fue alumno de la célebre bailarina rusa María Olenjina e ingresó al ballet nacional de su país a los diecisiete años. Fue solista del Festival de Salzburgo- dominio indiscutible de Karajan-y fundó', en 1963, su propio ballet, con el que ha recorrido un sin número de países, tanto en el viejo como en el nuevo continente.

Durante el transcurso de nuestra conversación le pregunté cómo era el trabajo con Karajan. Muy difícil, me contestó, es un dictador, pero es el mejor. Posee una memoria prodigiosa; todo lo recuerda, hasta la más breve nota, y es imposible equivocarse sin que se dé cuenta. Y algo más importante, añadió: cada vez es mejor. Sus últimas interpretaciones son sencillamente perfectas.

El programa del ballet incluyó esa noche una coreografía sobre la Patética de Tchaikovsky, en la que intervino el propio Boris. Recordé que este compositor, en especial, fue uno de los consentidos de su bisabuelo Arthur, quien prácticamente dio a conocer su quinta sinfonía ante el público.

Emocionado ante el recuerdo de su célebre antepasado, Boris me hizo evocar la brillante carrera del que ha sido considerado como uno de los más famosos directores de orquesta europeos. Arthur Nikisch nació en 1855 en Lebeny Szent Miklos (Hungría). Fue violinista en la orquesta de la ópera de Viena y segundo director de la orquesta del teatro municipal de Leipzig, donde pronto asumió' el cargo de director principal. En 1889 se despidió de esa ciudad y se trasladó a Boston (Massachusetts), donde dirigió a su ya célebre orquesta.

Después de cuatro años de estancia en los Estados Unidos, regresó a Europa y, en 1896, a la muerte de R. Strauss, se hizo cargo de la Orquesta Filarmónica de Berlín, al frente de la cual dirigió a personalidades de la talla de Pablo Casals, Alfred Cortot y Wilhelm Kempf. El propio Camille Saint-Saëns interpretó, bajo su batuta, su quinto concierto para piano y orquesta.

Mundialmente reconocido, fue uno de los más entusiastas propagandistas de Max Reger, quien le dedicó su "Symphonischer Prolog zu einer Tragödie", y de Anton Bruckner, a quien le estrenó la séptima sinfonía. Entre mis tesoros discográficos conservo, en edición especial de la DGG, la primera grabación que realizó, en 1913, de la Quinta de Beethoven con la Filarmónica de Berlín.

Todavía agitado por la emoción, y ya para despedirnos, al término de la función, Boris ofreció regresar a Victoria para presentarnos la Sinfonía Fantástica de Berlioz, una de mis obras favoritas, y con la que hay suficiente material temático para la imaginativa coreografía que, no dudo, el maestro Nikisch debe haber concebido. Esperaremos con expectación su regreso.

En estos días, en que importantes y distinguidas personalidades han visitado nuestra ciudad, era obligado dejar constancia del paso por nuestro Teatro de un miembro de la ilustre familia que, desde el siglo pasado, ha dejado huella de su excelencia artística por todo el mundo: los Nikisch.

Cd. Victoria, Tam. 30 de Junio de 1988


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