manantial
de
soles
Eduardo
Soto
Millán
Una
de
las
apariciones
discográficas
más
recientes
es
el
álbum
doble
que
lleva
por
título
Manantial
de
soles,
y
a
manera
de
subtítulo
(referencial)
el
de
Sergio
Cárdenas
dirige
música
mexicana
del
siglo
XX,
auspiciado
por
el
Fondo
Nacional
para
la
Cultura
y
las
Artes,
y
bajo
el
sello
Tritono,
SC
(no.
de
catálogo
FQ-6,
2002).
Ha
sido
un
acierto
esta
producción,
ya
que
su
contenido
constituye
un
material
trascendente
por
la
diversidad
de
estilos,
lenguajes
y
fuerte
personalidad
musical
de
cada
compositor
incluido,
sobre
todo
en
términos
de
lo
que
su
obra
ha
significado
o
aportado
(unos
más
que
otros)
a
la
vida
musical
de
este
país.
Definitivamente,
Manuel
Enríquez
(Ocotlán,
Jalisco,
1926-1994)
marcó
con
su
obra
el
inicio
de
otra
etapa
en
la
creación
musical
de
México,
al
ser
el
primero
en
integrar
posiciones
estéticas
y
formales
distintas
a
la
usanza
local.
Así,
por
ejemplo,
sus
aplicaciones
de
formas
abiertas
y
aleatorias
que
dieron
pie
—necesariamente—
a
un
mayor
involucramiento
creativo
(a
veces)
espontáneo
como
derecho
y
obligación
a
la
vez
en
los
intérpretes,
aportó
alcances
de
contundente
renovación
en
nuestra
música
de
concierto,
conduciendo
hacia
una
natural
incidencia
directa
o
indirecta
en
otros
compositores.
De
la
misma
forma,
la
influencia
de
Rodolfo
Halffter
(Madrid,
1900-Ciudad
de
México,
1987)
y
la
de
de
Mario
Lavista
(Ciudad
de
México,
1943)
han
trazado
sendas
influencias
en
posteriores
generaciones
de
compositores.
El
primero
de
los
dos
CD
contiene
exlusivamente
música
del
compositor
jaliscience
que
patentiza
con
plenitud
su
conocimiento,
destreza,
planteamientos
y
logros,
así
como
su
evidente
estatura
artística;
las
piezas
son
Manantial
de
soles
(1984),
para
soprano,
declamador
y
orquesta
de
cámara,
sobre
un
texto
de
Octavio
Paz;
Cantata
a
Juárez
(1984),
para
barítono,
ensamble
coral
mixto
y
orquesta,
sobre
un
texto
de
Carlos
Pelicer;
Sonatina
para
orquesta
(1980);
su
Concierto
no.
1
para
violín
y
orquesta
(1954),
y
el
Concierto
para
dos
guitarras
y
orquesta
(1992).
Como
dato
curioso,
vale
la
pena
mencionar
una
cierta
aversión
que
Enríquez
experimentaba
en
torno
de
los
cantantes
(no
precisamente
del
canto);
y
resulta
curioso
considerando
que
a
lo
largo
de
su
carrera
integró
un
catálogo
de
varias
obras
en
las
que
incluyó
la
voz
no
sólo
como
elemento
tímbrico
dentro
del
cuerpo
sonoro,
sino
desempeñando
papeles
protagónicos
en
el
marco
de
disitintas
conformaciones
instrumentales.
En
el
CD,
las
interpretaciones
de
Margarita
Pruneda
(soprano),
Rufino
Montero
(barítono),
José
Antonio
Alcaraz
(declamador),
Adrián
Justus
violín),
Roberto
Limón
y
Jaime
Márquez
(guitarras),
y
la
participación
de
Ariel
Waller
como
director
preparador
de
la
agrupación
coral,
perfilan
una
simbiosis
ideal
tanto
como
a
la
altura
de
las
necesidades
de
la
obra
enriqueciana.
En
el
segundo
disco
se
encuentran
Mictlán-Tlatelolco
(1986),
para
orquesta
de
cuerdas,
de
Manuel
de
Elías
(Ciudad
de
México,
1939);
Adagio
y
scherzo
(1970,
y
no
1964,
como
se
indica
en
el
cuadernillo
del
CD),
para
orquesta
de
cuerdas,
de
Leonardo
Velázquez
(Oaxaca,
Oax.,
1935);
Elegía
in
Memoriam
Carlos
Chávez
(1978),
también
para
orquesta
de
cuerdas,
de
Rodolfo
Halffter;
y
tres
obras
más
de
Manuel
Enríquez:
Musica
incidental
(1952),
para
orquesta
de
cuerdas,
Concierto
barroco
(1978),
para
dos
violines
y
orquesta
de
cuerdas,
y
Poema
(1966),
para
violoncello
y
orquesta
de
cuerdas.
Reflejos
de
la
noche
(1984),
versión
para
orquesta
de
cuerdas
(*),
de
Mario
Lavista
(Ciudad
de
México,
1943)
y
Marchita
el
alma,
de
Antonio
Zúñiga
(1823-1871?)
en
un
atractivo
arreglo
de
Sergio
Cárdenas
(Ciudad
Victoria,
Tamaulipas,
1951),
para
la
misma
dotación,
son
las
piezas
que
concluyen
este
CD,
en
el
que
Eduardo
Sánchez-Zuber
(violín),
Natella
Zakharian
(cello),
y
de
nuevo
Adrián
Justus
(violín),
dan,
así
mismo,
relevancia
acentuada
con
la
calidad
de
sus
interpretaciones
a
las
obras
abordadas.
Es
importante
señalar
que
es
a
la
iniciativa
e
impulso
—siempre
incansables—de
Sergio
Cárdenas
a
los
que
se
debe
la
realización
de
tal
proyecto
discográfico
sobre
la
idea
vertebral
de
reunir
en
una
sola
edición
estas
grabaciones
que,
en
su
origen,
aparecieron
separadamente
en
discos
LP,
bajo
el
comando
del
propio
Cárdenas
dirigiendo
la
Orquesta
Filarmónica
del
Bajío,
después
transfomada
en
Orquesta
Filarmónica
de
Querétaro,
así
como
la
Camerata
también
de
ella
derivada.
En
las
grabaciones
primigenias,
el
trabajo
de
producción
artística
en
algunas
de
las
piezas
fue
realizado
por
Enríquez,
y
en
otras
por
Federico
Ibarra;
el
de
producción
técnica
es
de
Xavier
Villalpando
en
algunos
tracks,
y
de
Antonio
Russek
en
otros.
La
presente
edición
omite
el
crédito
del
productor
o
asistente
técnico.
Manantial
de
soles-Sergio
Cárdenas
dirige
música
mexicana
del
siglo
XX
es
un
álbum
del
Patronato
de
la
Filármonica
de
Querétaro,
AC,
toda
una
aportación
que
evita
la
posible
pérdida
de
este
documento
fonográfico
de
la
música
mexicana
de
concierto.
l
(*)
El
compositor
creó
la
pieza
originalmente
para
cuarteto
de
cuerdas.