Sergio cárdenas: batuta de exportación

Por Fabiola Sánchez Palacios

 

Desde niño deseó convertirse en teólogo, pero optó por estudiar música porque, pensó, sería un buen sendero para acercarse a Dios. Hoy, a los 50 años de edad, el tamaulipeco Sergio Ismael Cárdenas Tamez no sólo está considerado como uno de los mejores directores de orquesta mexicanos, sino que sus composiciones (el año pasado estrenó 16) son muy apreciadas en medio planeta; y, gracias a la primorosa música que escribió para acompañar unos poemas de Octavio Paz, algunos críticos internacionales lo comparan con el austriaco Franz Schubert, el máximo exponente de esa forma musical.

Segundo de los 2 vástagos de una familia de comerciantes, Cárdenas nació en 1951 en Ciudad Victoria; donde además de convertirse en fervoroso feligrés de la Iglesia presbiteriana, ayudaba a su abuelo materno a vender naranjas cada tarde en el mercado; y también trabajó en un taller de soldadura que poseía su padre. Los fines de semana solía acompañar a su madre a deleitarse con los ensayos de un coro local, «única actividad cultural que por entonces había en mi terruño», rememora.

 

Vocación cambiada:

A fuerza de escucharlos, el jovencito terminó por aprender "de oído" suficientes piezas para formar su propio grupo: a los 14 años de edad organizó un coro, de niños de su iglesia, a los que enseñó villancicos a varias voces para montar un concierto' navideño. A pesar de su facilidad para la música, Cárdenas aún seguía empecinado en convertirse en teólogo «para mejor servir a Dios». Al concluir la secundaría el tamaulipeco emigró a la Ciudad de México para cursar a preparatoria, requisito indispensable para ingresar al seminario presbiteriano. Fue en el seminario donde, medio en broma, comenzó a estudiar música en serio: -Mientras llegaba el tiempo de inscribirme en teología, lo hice en la escuela de música sacra del seminario; y al cabo abandoné la idea de convertirme en estudioso de la divinidad para especializarme en música coral -relata. Al graduarse en 1973, el Westminster Choir College,de Princeton, le otorgó una beca para cursar la maestría en música. Tenía 22 años de edad. En Princeton dirigió el coro de una iglesia bautista, cuya organista era la hija del pastor. En una ocasión Cárdenas la sustituyó al órgano: interpretó varias piezas de Bach con tal maestría que arrancó aplausos de la feligresía, lo que provocó la ira del clérigo porque su hija era objeto de constantes bromas de los parroquianos por sus escasas dotes musicales; y prohibió al mexicano tocar de nuevo, para evitar que la pusiera en ridículo. Al concluir la maestría, el tamaulipeco ganó otra beca, esta vez en el Mozarteum (Universidad de Música) de Salzburgo, Austria, para aprender dirección orquestal. Ahí estudió bajo la batuta de directores como Witold Rowicki, Herbert von Karajan y Sergiu Celibidache, al que recuerda con especial respeto.

 

Milagro amoroso:

En 1975, recién egresado, Cárdenas fue contratado para dirigir la orquesta sinfónica del Mozarteum y su debut en las ligas mayores lo hizo al frente de esa agrupación al año siguiente, en la "Semana Internacional Mozart", celebrada cada enero en Salzburgo con participación de orquestas de todo el mundo. Su prueba de fuego, sin embargo, tuvo lugar una década más tarde: invitado a dirigir la Orquesta Estatal de Weimar, Alemania -capitaneada en siglos pasados por Bach y Liszt-, consiguió imprimir tal brío a la 6ª sinfonía "Pastoral" de Beethoven y al Concierto para ' Violín de Johannes Brahms que no sólo acalló el chauvinismo de los intérpretes alemanes, sino que ganó su respeto: -Dudaban que un mexicano tuviera la capacidad de entender esa música -recuerda-, pero les bastó un ensayo para cambiar de opinión: más de uno aseguró que nadie les había exigido tanto como yo -se ufana.

Acto seguido, tras derrotar a cerca de un centenar de aspirantes .de todo el mundo, Cárdenas se convirtió en director titular de la Orquesta Sinfónica de Alemania: estuvo al frente de la agrupación el siguiente lustro, para luego dirigir orquestas de toda Europa.

Uno de los triunfos más recientes del tamaulipeco tuvo lugar el año pasado, cuando los violonchelistas de la Orquesta Filarmónica de Berlín (una de las mejores del mundo, a decir de los críticos) encargó a Cárdenas la composición de un par de piezas para ellos, incluidas en un disco de próxima aparición.

Aficionado a leer poesía, dar largas caminatas, tomar café espresso  y visitar sitios arqueológicos, el solterón Cárdenas combina giras internacionales con presentaciones en México y la impartición de seminarios para aspirantes a directores:

-A diferencia de otros países, en las escuelas mexicanas se presta nula atención a la música sinfónica. Por eso -reflexiona- es un verdadero milagro que haya gente dispuesta a entregarse a ella, la más celosa de las amantes. Pero, después de todo, tal vez el mejor alimento para la belleza sea, precisamente, un milagro de amor.

 

Regresar a la página principal